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Y la viejísima
con voz satánica,
desde sus ámbitos
le contestó:
es usted un zángano,
cesante clásico,
si no da un décimo
no le abro yo.

Y el pobre báquico
lleno de cólera,
con piernas débiles
a andar se echó.
Y al verse huérfano,
suspiro erótico
desde su estómago
se desprendió.


FATALIDAD

Triste es morir en orfandad penosa,
transida el alma y muerto el corazón,
sin que la madre o la querida esposa,
riegue con llanto el fúnebre crespón.

Triste, muy triste es el dejar el mundo
tender la vista en derredor de sí,
y balbucir con labio moribundo:
ya no hay quien tenga compasión de mí.