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tus ojos de azabache
y labios de rubí,
entonces, tierna niña,
¡acuérdate de mí!

Cuando al medio día
el sol esplendoroso
nos mande su luz pura,
llenándonos de gozo
y brille soberano,
allá en el Zenit,
entonces, jovencita,
¡acuérdate de mí!

¡Cuando en la bella tarde
tan llena de dulzura
en medio a la espesura
de nacarinas flores
que besa el colibrí,
entonces, ángel mío,
acuérdate de mí!

Cuando en la tibia noche
brillando esté la luna,
y cante el huitlacoche
a sus hijos en la cuna,
y esté tu casto pecho
ardiendo en frenesí,
entonces, Zutanita
acuérdate de mi!